El enigma de Leonardo

A lo largo de los últimos siglos se ha gastado mucha tinta tratando de interpretar la obra de Leonardo da Vinci. Sus ideas fueron aisladas de la sociedad y trágicamente desperdiciadas, perdidas durante siglos, mientras el mundo se ponía a su altura y descubría lo ya descubierto

Nos legó más de trece mil páginas repletas de notas, pero ninguna de ellas despeja completamente los interrogantes en torno a su figura. Veamos…

Pintor, cocinero, arquitecto, ingeniero, matemático, geólogo, físico, inventor e investigador de la naturaleza. Todo esto y mucho más fue Leonardo da Vinci.

La fascinación que despierta este personaje reside, seguramente, en su inmensidad, en la imposibilidad de etiquetarlo en un área o un tema específico. En efecto, la desbordante imaginación de este genio renacentista le hace inabarcable. Esta creatividad se ha plasmado en su pintura, pero también en cientos de cuadernos con dibujos fascinantes y observaciones anticipatorias sobre todo tipo de asuntos científicos.

No es extraño pues que, ya en el siglo XVI, Leonardo fuese juzgado como imagen y personificación de la sabiduría. Su aspecto ha contribuido a ello, pues solía llevar el pelo y la barba tan largos y poseía, además, unas cejas tan pobladas que personificaba la idea clásica del sabio.

En su célebre Viaje a Italia, el poeta Goethe –uno de los que ha intuido como pocos la grandeza del artista– señalaba que en relación con la humanidad común, Leonardo era un ejemplar ideal de la misma. ¿Quién era realmente? ¿Fue –como se ha dicho– un hereje, un iniciado o sólo un curioso de la naturaleza? ¿De dónde procedían sus conocimientos? ¿Qué sabemos de su carácter o de su vida interior? ¿Cuáles eran sus verdaderas creencias? En las líneas que siguen trataremos de despejar algunas incógnitas…

Leonardo di Ser Piero da Vinci nació el 15 de abril de 1452 en una casa de Anchiano, a unos tres kilómetros del pueblo de Vinci, en la Toscana. Era hijo ilegítimo de un prominente notario florentino, Ser Piero da Vinci y de una campesina llamada Caterina, que se casaría con un aldeano vecino, mientras el notario lo hacía con otra mujer.

Esta circunstancia hizo que cada uno de sus progenitores tuviera más hijos de sus respectivos matrimonios, lo que le dio a Leonardo un total de 17 hermanos y hermanas, con quienes siempre mantuvo contacto. Padre e hijo se mudaron a la cercana Florencia, centro artístico e intelectual de Italia, donde recibió una exquisita educación. Además tenía acceso a valiosos textos de la biblioteca familiar y otros de amigos de su padre.

Leonardo era elegante, persuasivo en la conversación y un extraordinario músico e improvisador. Cuando cumplió 15 años, su padre lo envió como aprendiz al taller de Andrea del Verrocchio, el artista más importante de Florencia. Estudió anatomía y participó en la disección de cadáveres en la facultad de medicina.

Leonardo entró después a formar parte del gremio de pintores de Florencia y aunque a los 20 años ya era maestro independiente, con un estilo propio y original permaneció como asistente en el taller de Verocchio.

Su reputación crecía y los encargos aumentaban. A los 30 años se trasladó a Milán, donde entró al servicio de Ludovico Sforza, Duque de Milán y embajador de Florencia. Sucedió en 1481, después de que le escribiera una carta en la que el artista se ofrecía como pintor, escultor y arquitecto, además de ingeniero, inventor e ingeniero hidráulico.