El Andrógino y el cráneo

la rama de aquileña
la rama de aquileña
Más tarde, dichos significados serán trasladados al simbolismo matemático, porque la imagen del entrecruzamiento (la cruz), ligada al nacimiento divino, representó el signo de multiplicación (la vida). Y puesto que también alude a un misterio sagrado fundamental de la Creación, como letra X se transformó en el signo empleado para representar la incógnita en las ecuaciones.

Otro símbolo es “la rama de aquileña”, que aparece bajo el pie izquierdo de Baco y sobre cuyo significado llamó la atención el rosacruciano Paul Vuillaud en 1906. La naturaleza hermafrodita de esta planta se enlaza simbólicamente con el concepto de Androginia espiritual, que aludiría a la Coincidentia oppositorum antes citada como resultado de la Gran Obra.

Nos hallamos ante la fusión de lo masculino y lo femenino mediante la alquimia artística de Leonardo. Así, podemos percibir la cabeza de un jabalí mimetizado en la vegetación, en el fondo del cuadro. El cerdo selvático y la cerda están mitológicamente asociados al culto de las Grandes Madres divinas, a su vez relacionadas con la fertilidad. En Egipto, la diosa del cielo y madre eterna de los astros Nut aparece en algunos amuletos bajo la forma de una cerda. Invirtiendo esta imagen del cuadro, se puede ver hacia donde señala el índice de Baco: un pequeño cráneo humano, perfectamente insertado en el morro del jabalí. Dicha imagen contiene un alto valor simbólico, porque se creía que la energía vital residía en el cráneo, percibido como sede del alma. Además, éste es el emblema de la transitoriedad de la vida y del tiempo que pasa. Dicha imagen fue incorporada en la simbología cristiana como contemplación de la muerte en la tradición de los eremitas, pero para los sabios e iniciados en el esoterismo constituye un símbolo más rico. En esta tradición, la imagen que evoca la inmortalidad es “el análogo inverso” de la vida: la calavera.

Junto con la cruz, alude a la vida eterna, a través de la crucifixión de Jesús en el Calvario (el lugar del cráneo), donde se creía que estaba enterrada la cabeza de Adán. Pero también mantiene un vínculo inocultable con Juan el Bautista, decapitado por Herodes Antipas, que habría ordenado enterrar su cabeza separada del cuerpo por miedo a que el profeta resucitara. Este emblema está asociado asimismo con el ídolo Baphomet de los templarios. Más tarde sería recogido como tema de meditación por otras órdenes iniciáticas como la Masonería.

Leonardo también realizó muchos cuadros anatómicos, incluyendo un estudio que representaba al feto en la matriz, en una época en la cual estaba prohibido el examen de los cadáveres en Occidente. Sin embargo, como muchos otros espíritus lúcidos de su época, consultó los textos y documentos árabes y, en este sentido, habría copiado la miniatura de un original musulmán de Îbn Nafîs (1203-1288), que aparecía en una carta sobre el Tratado de ginecología de Àrîbbn Sa`d âl-Kàtib. También son de origen musulmán los arabescos con los que Leonardo trazó sus famosos “nudos”, partes integrantes de formas relacionadas con apariciones selváticas y símbolos de la ciencia sagrada.

Estas formas se habían originado en el arte del tejido, concebido como una especie de obra mágica. Los nudos se interpretaban como signos de los vórtices generadores de vida en el arco del telar, que a su vez representaba la existencia misma.